Los antidepresivos tricíclicos son uno de los muchos tipos de medicamentos indicados para el tratamiento de la depresión. Como se sabe, algunos de ellos pueden producir dependencia y hacer que el paciente acabe siendo adicto a ellos. La ventaja de los tricíclicos es que no poseen esta característica, por lo que sus beneficios suelen verse potenciados.
Sin embargo, y como casi cualquier medicamento, especialmente si hablamos de antidepresivos, pueden tener ciertas contraindicaciones que el profesional de la salud valorará para entender si un paciente es adecuado para este tratamiento. De momento explicaremos cuáles son las ventajas de su uso y en qué situaciones, dados sus efectos secundarios, habría que evitarlos.
¿Qué son los antidepresivos tricíclicos?
Los antidepresivos tricíclicos, también conocidos como antidepresivos cíclicos, son unos de los primeros tipos de antidepresivos creados. Sus nombres se deben al número de anillos que poseen en su estructura química. Si hablamos de ‘tricíclico’, significa que tiene 3 anillos respectivamente.
Estos antidepresivos fueron de los primeros medicamentos diseñados para tratar la depresión. Como no estimulan el sistema nervioso central ni bloquean la monoaminooxidasa también se utilizan para tratar afecciones como la enuresis crónica.
Aunque los antidepresivos tricíclicos son efectivos, no se suelen recetar como primer tratamiento debido a que han sido reemplazados por antidepresivos que suelen causar menos efectos secundarios. Sin embargo, siguen siendo una opción valiosa cuando otros tratamientos no logran los resultados esperados, especialmente en casos de depresión resistente. En dosis más bajas, los antidepresivos tricíclicos pueden incluso ayudar a aliviar migrañas, manejar el dolor crónico y tratar el trastorno de pánico.
Origen
Los antidepresivos tricíclicos, a los que en algunos momentos llamaremos ATC, fueron desarrollados por primera vez en la década de 1950 como resultado de una serie de investigaciones que no estaban originalmente enfocadas en tratar la depresión.
Su descubrimiento parte de la observación de los efectos secundarios inesperados en el desarrollo de medicamentos para otras enfermedades. El objetivo principal durante la investigación era tratar alergias. En la década de 1940 los científicos comenzaron a investigar la estructura química de los antihistamínicos y cómo podrían usarse para otros fines médicos.
En los 50 la compañía suiza Geigy desarrolló un nuevo medicamento para la esquizofrenia. El compuesto en el que trabajaban, conocido como imipramina, era un derivado de la estructura química tricíclica. Sin embargo, en ensayos clínicos, esta no mostró ser efectiva para tratar la esquizofrenia.
Sin embargo, se observó que tenía un notable efecto en la mejora del estado de ánimo de los pacientes deprimidos. Este hallazgo llevó a un cambio en el enfoque de la investigación hacia su potencial como tratamiento para la depresión. En 1957 la imipramina se convirtió en el primer antidepresivo tricíclico aprobado para su uso en la práctica clínica. Su éxito en el tratamiento de la depresión condujo al desarrollo de otros ATC con estructuras químicas similares.
¿Cómo funcionan?
Los neurotransmisores son sustancias químicas que encontramos en el cerebro y que juegan un papel clave en la regulación de diversas funciones corporales. La serotonina y la noradrenalina, por ejemplo, controlan el estado de ánimo. En personas con depresión se observa una disminución en el número de estos 2 neurotransmisores.
Ambas sustancias se liberan desde las células nerviosas para regular el estado de ánimo, pero cuando son reabsorbidas dejan de ejercer su efecto. Los antidepresivos tricíclicos (ATC) actúan bloqueando la reabsorción de la serotonina y la noradrenalina, lo que prolonga su acción en el cerebro y ayuda a aliviar los síntomas de la depresión.
Se puede resumir en que los antidepresivos tricíclicos aumentan la disponibilidad de serotonina y noradrenalina en el cerebro, mejorando el estado de ánimo. Sin embargo, también pueden influir en otras sustancias químicas cerebrales y causar efectos secundarios (tema que trataremos más abajo).
Beneficios de los antidepresivos tricíclicos
Los antidepresivos tricíclicos (ATC) ofrecen varios beneficios, especialmente en el tratamiento de la depresión y otros trastornos. Aunque han sido reemplazados en gran medida por antidepresivos más modernos con menos efectos secundarios, los tricíclicos todavía se utilizan en ciertas situaciones debido a lo que pueden ofrecer de forma específica:
Eficacia. Los ATC han demostrado ser muy efectivos en el tratamiento de la depresión, especialmente en casos graves o capaces de resistir otros tratamientos.
Tratamiento de trastornos comórbidos
Además de la depresión, los ATC son útiles para tratar una variedad de otros trastornos, como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), los de ansiedad, el de pánico o el de dolor crónico, incluyendo migrañas y neuropatías.
Mejor opción para algunos pacientes
Para personas que no han respondido bien a otros antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), los antidepresivos tricíclicos pueden ser una alternativa efectiva.
Alivio de síntomas somáticos
Los ATC pueden ser beneficiosos en pacientes con síntomas físicos asociados a la depresión, como dolores de cabeza, problemas digestivos y dolores musculares (debido a sus propiedades analgésicas).
Durabilidad del efecto
En comparación con otros antidepresivos, los efectos de estos pueden durar más tiempo, lo que puede ser útil en el manejo a largo plazo de los síntomas depresivos.
Versatilidad en el tratamiento
Los ATC también se utilizan en dosis más bajas para el tratamiento de condiciones como el insomnio, debido a sus efectos sedantes.
Aunque los antidepresivos tricíclicos tienen varios beneficios, es importante tener en cuenta también sus posibles efectos secundarios, significativos en algunos pacientes. Por eso su uso se limita más a casos específicos, donde otras opciones no han sido efectivas.
Efectos secundarios
Los antidepresivos tricíclicos interfieren con diversos sistemas de neurotransmisores y receptores en el cerebro, lo que altera la comunicación normal entre las células nerviosas. Esta interferencia puede aumentar significativamente la probabilidad de efectos secundarios.
Al comenzar el tratamiento con un antidepresivo tricíclico, es común experimentar síntomas leves que suelen desaparecer después de unas semanas. Si estos persisten, el paciente debe consultar a su médico para considerar opciones alternativas, como ajustar la dosis o cambiar a otro antidepresivo. Por ello, es crucial sopesar los beneficios del tratamiento para la depresión frente a los posibles efectos secundarios. Los más comunes incluyen:
Sequedad bucal
Es uno de los efectos secundarios más frecuentes y puede ser incómodo, generando problemas como caries o infecciones bucales.
Somnolencia
Los antidepresivos tricíclicos tienen un efecto sedante, lo que puede provocar somnolencia durante el día, especialmente al inicio del tratamiento.
Visión borrosa
Pueden afectar la capacidad de enfocar, causando visión borrosa, que generalmente mejora a medida que el cuerpo se adapta al medicamento.
Estreñimiento
El efecto de los ATC sobre el sistema digestivo puede ralentizar el tránsito intestinal, lo que lleva al estreñimiento.
Retención urinaria
Algunas personas pueden tener dificultad para orinar debido a la relajación del músculo vesical.
Aumento de peso
Su uso prolongado puede estar asociado con un aumento de peso debido a cambios en el apetito y el metabolismo.
Mareos y presión arterial baja (hipotensión ortostática)
Al ponerse de pie rápidamente, las personas pueden experimentar mareos o sensación de desmayo debido a una caída de la presión arterial.
Taquicardia
Los ATC pueden causar un aumento en la frecuencia cardíaca, lo que puede ser preocupante para algunas personas, especialmente aquellas con problemas cardíacos.
Confusión y problemas de memoria
En especial en personas mayores, los ATC pueden afectar a la cognición, causando confusión, problemas de memoria o desorientación.
Problemas sexuales
Los antidepresivos tricíclicos pueden reducir el deseo sexual (libido), causar dificultades para lograr una erección en hombres o problemas para alcanzar el orgasmo en ambos sexos.
Cómo escoger el antidepresivo correcto
Cada caso de depresión es único, por lo que la respuesta a los antidepresivos puede variar de una persona a otra. Se cree que la genética juega un papel importante en cómo los antidepresivos afectan a cada individuo. Sin embargo, además de los factores genéticos, también pueden influir otros factores en la respuesta a la medicación.
Antes de prescribir un antidepresivo, los médicos a cargo del paciente realizan, con la ayuda de un laboratorio, un análisis para determinar qué medicamento es el más adecuado y seguro en este caso concreto. Entre estas pruebas, las más comunes suelen ser el electrocardiograma (EKG) y el análisis de sangre rutinario.
Factores a tener en cuenta
A la hora de prescribir antidepresivos tricíclicos concretamente, se consideran factores como:
- Los síntomas del paciente.
- Su historial clínico, incluyendo antecedentes familiares y problemas de salud previos.
- Otros medicamentos que esté tomando en ese momento.
Si este no responde bien al antidepresivos tricíclicos inicial podría significar que la dosis es insuficiente. En ese caso, el médico podría solicitar análisis de sangre adicionales para evaluar los niveles del medicamento en el torrente sanguíneo.
Se suelen necesitar semanas o incluso más tiempo para notar los efectos del tratamiento con antidepresivos tricíclicos, así como la reducción de sus efectos secundarios. Por lo tanto, es importante ser paciente y seguir las indicaciones del especialista. Estos, por su parte, deben contar con laboratorios profesionales y de confianza, capaces de ofrecer todo tipo de pruebas y servicios que faciliten su análisis y posterior diagnóstico.
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