Es durante las estaciones más cálidas como el verano o la primavera cuando la alergia hace acto de presencia de forma más insistente. Es también durante estas estaciones cuando la venta de antihistamínicos aumenta. Y es que lo cierto es que estos tratamientos ayudan a las personas con alergia a reducir los síntomas, distintos y de mayor o menor intensidad en cada individuo, para evitar que les impidan realizar sus actividades diarias. La histamina presente en nuestro organismo es la encargada de regular múltiples reacciones biológicas y tiene mucho que ver cuando sufrimos alergias.
Por algo los medicamentos que luchan contra ellas se denominan ‘antihistamínicos’. A continuación veremos cómo funcionan y cómo afectan a las histaminas para poder contrarrestar algunos de los efectos de la alergia en nuestro organismo.
¿Qué es la histamina?
La histamina es una molécula B-amino-etil-imidazol, que se produce a partir del aminoácido esencial histidina. El cuerpo humano no es capaz de crearla, por lo que debemos conseguirlo a través de la alimentación. Su síntesis se realiza mediante una reacción de descarboxilación, catalizada por la enzima L-histidina descarboxilasa.
Las principales células encargadas de la producción de histamina son los mastocitos y basófilos, componentes del sistema inmunitario que la almacenan en su interior junto con otras sustancias. Esta molécula es una de las que tienen varias funciones en nuestro cuerpo y, por tanto, se encargan de 2 objetivos, siendo hormona y neurotransmisor al mismo tiempo.
No son exclusivas del ser humano; se encuentran también en otros animales y plantas. Además de regular múltiples funciones biológicas, nuestro organismo utiliza la histamina para enviar mensajes a otras partes del cuerpo.
Por ello es la encargada de participar en reacciones alérgicas y en otros casos de intolerancia alimentaria, pues está estrechamente vinculada a los procesos del sistema inmunológico en general. La historia de su descubrimiento y aislamiento nos ayudará a entender mejor su presencia y funciones en el organismo. A continuación, exploraremos cómo ha sido su desarrollo histórico:
1910
La molécula se descubrió como tal en la década de 1910 por Henry H. Dale y George Barger, químicos británicos que trabajan en el Wellcome Physiological Research Laboratories en Londres. Fueron los primeros en aislarla, trabajando con tejidos de origen animal, y finalmente la identificaron como una amina biológicamente activa.
1911
Henry continuó la investigación de la histamina con múltiples estudios sobre sus efectos fisiológicos en animales. Describió detalladamente sus consecuencias en la contracción del músculo liso, especialmente en los bronquios y el intestino, así como su capacidad para dilatar los vasos sanguíneos.
1920-1930
Por fin se descubre el papel de la histamina en las reacciones alérgicas y anafilácticas. Se llega a esa conclusión al observar que pacientes a los que se les inyectaba de forma artificial esta molécula desarrollaban síntomas similares a los que se producían en reacciones de alergia. Aquella conclusión llevó a una investigación para entender su función en la respuesta inmune.
1940-1950
Una vez se tienen pruebas y constancia de que la histamina es un mediador en alergias y otros procesos patológicos, se desarrollan los primeros antihistamínicos. Estos medicamentos tienen la capacidad de bloquear los receptores de histamina y proporcionar un tratamiento eficaz para los síntomas alérgicos y otras condiciones relacionadas.
1960-1980
Durante estas décadas se hicieron avances significativos en la comprensión de los receptores de histamina (H1, H2, H3, y posteriormente H4, que explicaremos más adelante) y sus roles en diferentes tejidos y funciones corporales. Gracias a ello fue posible diseñar fármacos más específicos y efectivos.
¿Cuáles son sus funciones?
Gracias a todas las investigaciones que hemos comentado arriba y a los esfuerzos de los científicos ha sido posible entender que la histamina es un elemento indispensable en el sistema inmune y ayuda a regular las secreciones gástricas y la motilidad intestinal en el sistema digestivo. En el sistema nervioso central también se encarga de regular el ritmo biológico del sueño, entre otras muchas funciones.
Sin embargo, el cambio de perspectiva y el descubrimiento crucial ocurrieron al observar su intervención en las reacciones alérgicas. Estas reacciones se producen cuando el organismo identifica ciertas partículas como invasoras, aunque no necesariamente lo sean. Las alergias pueden heredarse o aparecer en cualquier momento de la vida, y una vez que se manifiestan, es difícil que desaparezcan. La importancia de este hallazgo radica en que permitió la creación de los primeros antihistamínicos, ya que una gran parte de la población occidental sufre algún tipo de alergia con síntomas muy incómodos.
Sin embargo, para entender la participación de la histamina en las alergias y en nuestro organismo en general es necesario ser más específicos y explicar sus funciones por separado:
Respuesta inflamatoria
Una de las principales funciones de la histamina en el sistema inmune es crear inflamación. Este mecanismo ayuda a alertar y poner en marcha un mecanismo defensivo que ayuda a aislar y combatir problemas. Para que se dé es necesario que los mastocitos y los basófilos (almacenan histamina) reconozcan un anticuerpo específico, la inmunoglobulina E (IgE). Estos, producidos por los linfocitos B, se unirán a elementos extraños al cuerpo, denominados antígenos.
Cuando un mastocito o basófilo detecta inmunoglobulina E unida a un antígeno, desencadena una respuesta liberando su contenido, incluida la histamina. La misión de la histamina es aumentar el flujo sanguíneo mediante la vasodilatación y permitir la salida de líquido hacia la zona afectada. También tiene un efecto quimiotáctico sobre otros leucocitos, atrayéndolos al lugar. Todos estos procesos tienen como objetivo provocar inflamación y advertir que algo no funciona bien o que hay algún problema. Las manifestaciones visibles más comunes son rubor, calor, edema y picor.
Regulación del sueño
Las neuronas que liberan histamina, conocidas como neuronas histaminérgicas, se originan en el hipotálamo posterior y el núcleo tuberomamilar, extendiéndose hacia la corteza prefrontal del cerebro.
Como neurotransmisor, la histamina prolonga el estado de vigilia y reduce el sueño, por lo que nos mantiene despiertos, en contraposición a la melatonina, que nos induce al sueño. De hecho, cuando vamos a dormirnos la histamina disminuye su actividad.
Para promover la vigilia la histamina actúa sobre los receptores H1 y si necesita inhibirla utiliza los H3. Por lo tanto, los fármacos que agonizan el H1 y antagonizan el H3 son eficaces para tratar el insomnio. Por otro lado, los antagonistas del H1 y los agonistas del H3 pueden utilizarse para tratar la hipersomnia. Por eso los antihistamínicos, antagonistas de los receptores H1, a menudo causan somnolencia, aunque las últimas investigaciones están llegando a crear fármacos que combaten la alergia y que no dan sueño.
Respuesta sexual
Durante el orgasmo se produce una liberación de histamina en los mastocitos de la zona genital. Se ha observado que algunas disfunciones sexuales están relacionadas con la falta de esta liberación, como la incapacidad para alcanzar el orgasmo. Sin embargo, un exceso de histamina puede provocar eyaculación precoz.
Actualmente se desconoce qué receptor específico se utiliza para esta función, aunque sigue siendo objeto de estudio. Es probable que se trate de un receptor nuevo, cuya comprensión requerirá más investigación en esta área.
Receptores
La histamina, como hemos comentado, es un mensajero con la habilidad tanto de ser hormona como de ser neurotransmisor. Todo depende del tejido en el que se libere. Los receptores presentes en el tejido determinan la función que la histamina deberá realizar. Hasta la actualidad se han podido distinguir 4 tipos de ellos (no se descarta que pueda haber más):
Receptor H1
Este tipo de receptor está presente en todo el cuerpo, pero especialmente en el músculo liso de los bronquios y del intestino. En esa zona la estimulación por la histamina provoca constricción bronquial y un aumento de los movimientos intestinales. También aumenta la producción de moco por parte de los bronquios.
Sin embargo, no es la única área en la que están. Su presencia es amplia en las células que forman los vasos sanguíneos, donde causan vasodilatación y un aumento de la permeabilidad, como hemos comentado arriba. En las células del sistema inmune, como los leucocitos, ayudan a dirigirlas a las áreas donde se ha liberado histamina.
En el sistema nervioso central la histamina se une a receptores H1 en diferentes regiones, estimulando la liberación de otros neurotransmisores y participando en diversos procesos, como la regulación del sueño.
Receptor H2
Presente en un grupo muy concreto de células del tracto digestivo (sobre todo en las parietales del estómago), la función de estos receptores es la regulación de la producción y secreción de ácido gástrico (HCl). La estimulación de este receptor por la histamina desencadena la liberación de ácido para facilitar la digestión.
Además de en el sistema digestivo, los receptores H2 también se encuentran en células del sistema inmunitario (linfocitos) para favorecer su respuesta y proliferación. También están presentes en los mastocitos y basófilos, estimulando la liberación de más sustancias.
Receptor H3
Unido a la histamina, el H3 genera efectos inhibitorios, por lo que reduce la actividad de algunos procesos. También afecta al sistema nervioso central, sobre el que disminuye la liberación de diversos neurotransmisores (acetilcolina, serotonina e histamina).
En el estómago cumple la misión de inhibir la liberación de ácido gástrico, mientras que en los pulmones previene la broncoconstricción. Como en muchos otros elementos en el organismo, su función es variada y depende de su localización y del contexto en el que actúe.
Receptor H4
Llegamos al último receptor descubierto hasta la fecha, por lo que tampoco hay mucha información sobre él disponible. Las investigaciones han señalado que se encuentra en el bazo y el timo, por lo que se ha presupuesto un papel en el reclutamiento de células sanguíneas.
Otra hipótesis es que el receptor H4 estuviese involucrado en alergias y asma porque está en la membrana de eosinófilos y neutrófilos, células del sistema inmunitario. También se ha detectado en el bronquio, por lo que está expuesto a partículas externas y podría desencadenar una cascada de reacciones en el cuerpo. Sin embargo, es necesario seguir investigando y analizando en laboratorios para comprender su función y su papel exactos.
La parte positiva es que la histamina no se limita solo a desencadenar procesos inflamatorios en reacciones alérgicas. De hecho, una de sus aplicaciones más útiles es su capacidad para contrarrestar los efectos de las mismas. Una pastilla de histamina, suministrada por un profesional de la salud, puede aliviar el enrojecimiento y el picor de la piel, 2 de los síntomas más comunes de las alergias.
El hecho de que se haya descubierto un nuevo receptor, el H4, nos recuerda que todavía queda mucho por descubrir y aprender. Por eso es tan importante contar con un laboratorio experto y con un equipo preparado para cualquier reto. Es de nuestro personal de lo que más orgullosos estamos en Ambar Lab. Gracias a ellos unimos fuerzas contigo para desarrollar tecnologías, analizar fármacos y lanzar nuevos tests para ofrecer las últimas innovaciones del mercado. Si quieres contar con nuestra ayuda o tienes algún problema específico con el que te podamos ayudar solamente tienes que ponerte en contacto con nosotros para que comencemos a trabajar juntos.