¿Qué son los hematíes y qué pueden indicarnos?

Hematíes

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Si has consultado más de una vez nuestro blog o te interesan los temas relacionados con la medicina, seguro que no es la primera vez que lees el término ‘hema’. Aparece en determinadas palabras, como ‘hematoma’ o ‘hemoglobina’ haciendo referencia, como suponemos que sabes, a la sangre. Aunque este prefijo no se parezca nada a la palabra que utilizamos para designar al líquido que corre por nuestras venas, su origen griego significa literalmente ‘sangre’.

La palabra de la que queremos hablar hoy está, por supuesto, relacionada filológicamente con la sangre. Los hematíes o glóbulos rojos son parte fundamental de la misma y cumplen ciertas funciones en ella. Su aumento o descenso puede afectar a nuestro organismo, causando problemas leves o graves, dependiendo del desequilibrio que haya y de lo que se tarde en detectar. Hoy veremos qué son estas células y qué pueden indicarnos.

 

 

¿Qué son los hematíes?

Los hematíes son las células de la serie roja de la sangre, de ahí que sean popularmente conocidos con glóbulos rojos. Se encargan de transportar el oxígeno por todo el organismo utilizando las venas y el líquido en el que se mueven y habitan, la sangre. Es de hecho una de las muchas células que viven dentro de ella, en un líquido llamado plasma. Los hematíes son de la serie roja, pero también existe otra, la llamada serie blanca, en la que se encuentran los leucocitos y las plaquetas.

Estas células se producen en la médula ósea y se dirigen hacia la circulación sanguínea conforme van creciendo y son aptas para llevar a cabo su función. Los hematíes específicamente forman parte del 40% del volumen de la sangre y tienen hemoglobina, una proteína con la capacidad de fijar el oxígeno para que este pueda llegar dentro de los hematíes hasta los órganos y tejidos del organismo que lo necesiten. 

Pero no solo llevan consigo oxígeno, sino que también transportan pequeñas cantidades de CO2 que produce el metabolismo celular para dirigirlo a los pulmones, que se encargarán de eliminarlo. Todos los componentes de la sangre realizan una función vital en nuestro cuerpo y son indispensables para llevar una vida sana y sin complicaciones. 

Los hematíes tienen una vida aproximada de 120 días, por lo que en realidad la médula ósea está casi constantemente creando nuevas células para sustituir a las que mueren o se pierden en los sangrados. Su producción y las cantidades que existen en la sangre es lo que nos interesa hoy. Se pueden dar ciertas situaciones en las que su recuento haya aumentado o disminuido.

 

Estas variaciones pueden ir paralelas a las de la hemoglobina y el hematocrito:

  • Si los hematíes se destruyen o se pierden por un sangrado a mayor velocidad de la que la médula ósea es capaz de producirlos, si esta de repente deja de crearlos o si las células son irregulares o no contienen suficiente hemoglobina se produciría en el organismo anemia. Esta enfermedad puede afectar a los niveles de oxígeno que llegan a los tejidos.
  • Si por el contrario se liberan demasiados hematíes estaríamos ante un caso de policitemia. Esta cantidad excesiva de células ‘llenan’ literalmente la sangre, espesándola y disminuyendo su flujo de la cantidad de elementos que se encuentran en ella. Esta condición puede provocar dolor de cabeza, mareos, problemas de visión, coagulación excesiva o, en casos extremos, un infarto agudo de miocardio.

 

De ahí que realizar un recuento de hematíes sea tan importante en cualquier prueba médica, ya que los médicos podrán averiguar cuántos eritrocitos hay en la muestra de sangre obtenida. Es, de hecho, una de las pruebas que se incluyen cuando se solicita un hemograma (un análisis completo de sangre, en el que se examina el estado general de salud de un paciente y se detectan posibles afecciones como anemia, una infección y leucemia).

 

¿Cuándo se pide su análisis?

Como acabamos de comentar, si el médico solicita realizar un hemograma, directamente se procederá con un recuento de hematíes como parte de la prueba. Estas pruebas se suelen pedir cuando un paciente va a revisión médica o va a ser sometido a una intervención quirúrgica. En el primer caso, el motivo para solicitar un hemograma suele venir porque el paciente está mostrando signos o síntomas asociados a alguna enfermedad que demuestre un aumento o reducción de hematíes. Algunos de ellos son:

  • Debilidad o fatiga.
  • Falta de energía.
  • Palidez.

 

Cuando los hematíes aumentan en el organismo, algunos de los síntomas que pueden aparecer son:

  • Alteraciones en la visión.
  • Dolores de cabeza y/o mareos.
  • Enrojecimiento facial.
  • Hinchazón del bazo.

 

El recuento de hematíes también se realiza de forma periódica para monitorizas a personas diagnosticadas con enfermedades de estos tipos:

  • Trastornos de la médula ósea.
  • Enfermedades renales.
  • Trastornos hemorrágicos.
  • Anemias crónicas.
  • Policitemia.
  • Cáncer (la quimioterapia o la radioterapia suelen disminuir la producción en la médula ósea de todos los elementos de la sangre).

 

Veamos ahora cuáles son aproximadamente los rangos de hematíes que se consideran normales en un ser humano. Hay que tener siempre en cuenta que estos varían según la edad, el sexo y el estado de salud de la persona en cuestión. A continuación comentamos los valores canónicamente habituales, pero lo mejor es consultar con un profesional de la salud cuáles deberían ser los tuyos teniendo en cuenta los factores que acabamos de comentar:

  • Mujer adulta: 4 – 5.5 millones/µl (microlitro).
  • Hombre adulto: 4.5 – 6.2 millones/µl.
  • Niñas, 15 a 17 años: 3.8 – 5 millones/µl.
  • Niños, 15 a 17 años: 4.3 – 5.7 millones/µl.
  • Niñas/niños, 11 a 14 años: 4.1 – 5.3 millones/µl.
  • Niñas/niños, 6 a 10 años: 4.1 – 5.2 millones/µl.
  • Niñas/niños, 3 a 5 años: 4.0 – 5.1 millones/µl.
  • Niñas/niños, 2 años: 3.8 – 5 millones/µl.
  • Bebés de 6 meses a 2 años: 3.9 – 5.1 millones/µl.
  • Bebés de 8 semanas a 5 meses: 3.4 – 4.8 millones/µl.
  • Bebés de 5 a 7 semanas: 2.9 – 4.2 millones/µl.
  • Bebés de 2 a 4 semanas: 3.1 – 4.8 millones/µl.
  • Recién nacidos (hasta 14 días): 4.1 – 5.7 millones/µl.

 

Hematíes bajos

Este problema de salud es relativamente grave, por lo que si aparece algún síntoma que indique que se tienen los hematíes bajos, se debe acudir enseguida al médico para que pueda crear un tratamiento.

 

Los posibles motivos de la aparición de la anemia (hematíes bajos) pueden ser:

  • Mala alimentación (sobre todo por falta de hierro, vitamina B12 y/o ácido fólico).
  • Pérdidas lentas de sangre (menstruación).
  • Operaciones quirúrgicas relacionadas con el estómago o los intestinos.
  • Embarazo.
  • Ciertos medicamentos.
  • Anomalías en los intestinos y estómago (no pueden absorber correctamente los nutrientes).
  • Enfermedades del riñón.
  • Producción de moléculas de hemoglobina anormales.
  • Enfermedades (leucemia, cáncer de médula ósea…).

 

El tratamiento que se aplique dependerá por completo del estado en el que se encuentre el paciente y del avance que demuestre la anomalía. Algunos de los más habituales son:

  • Crear una dieta rica en proteínas.
  • Recetar suplementos de hierro, vitamina B12, folato u otras vitaminas y minerales.
  • Realizar transfusiones de sangre.
  • Recetar medicamentos y corticosteroides para inhibir el sistema inmunitario.
  • Suministrar Eritropoyetina (hormona que fomenta la producción de hematíes).

 

Hematíes altos

 

Igual de perjudicial es la falta de hematíes que su exceso, por lo que es importante saber cuáles son los síntomas que pueden provocar una cantidad irregular de estas células en nuestro cuerpo:

  • Tabaco. Al disminuir el oxígeno en sangre, el tabaco provoca que la médula ósela tenga que aumentar la producción no natural de eritrocitos.
  • Altitud. Vivir en zonas muy elevadas o hacer deporte en ellas genera una falta de oxígeno que, unida a la presión atmosférica, hacen que el cuerpo produzca más hematíes. En este caso su elevada cantidad no estaría relacionada con ninguna enfermedad.
  • Insuficiencias respiratorias. Las personas que padecen algún tipo de enfermedad relacionada con la falta de oxígeno también reaccionan creando más glóbulos rojos.
  • Consumo de esteroides anabólicos o cualquier tipo de dopaje que estimule la producción de glóbulos rojos.
  • Enfermedades cardíacas. Una lesión en el sistema cardiovascular puede provocar falta de oxígeno en el riego sanguíneo.
  • Enfermedades renales. 
  • Deshidratación.
  • Intoxicación por monóxido de carbono. 
  • Apnea del sueño. 
  • Defectos congénitos (policitemia vera).

 

Aunque las causas son bastante detectables, el problema del exceso de glóbulos rojos en la sangre es que no genera síntomas específicos, por lo que se tendrá que realizar siempre un análisis de sangre para saber si el problema está definitivamente relacionado con los eritrocitos.

Algunos de las molestias que suele generar este afección pueden ser vértigo, enrojecimiento de la cara o dolores de cabeza constantes. Como hemos comentado, no son únicos de los hematíes, por lo que es muy importante acudir inmediatamente al médico, ya sea para confirmar las sospechas o descubrir un problema distinto. Si las causas son debidas a la policitemia vera, una enfermedad poco frecuente, podrían darse síntomas añadidos, como zumbidos en los oídos, distorsión de la visión, dificultades para respirar o sangrado en encías.

La forma de tratar los hematíes altos la decidirá en primera instancia el médico, cuya primera misión será descubrir si los síntomas vienen realmente de este problema o no. A través del hemograma se hallarán respuestas y, sea cual sea el resultado, se procederá a recetar un tratamiento si hiciese falta. Si, por ejemplo, la causa de los hematíes altos es el tabaco o los esteroides, lo primero que hará el médico será recomendar el cese o la regulación de la ingesta de ambas sustancias.

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